lunes, 19 de septiembre de 2011

Una historia increible (pero cierta)

No hace mucho tiempo, una amiga me compró una pulsera de plata y cobre lacado hecha con técnicas de cestería.

Esta es una fotografía de la pulsera

Todo iba muy bien; a ella le gustaba y estaba contenta con su compra..., pero como en la vida real las cosas no son tan bonitas, hace unos días me contó que le había ocurrido una desgracia: se le había caído la pulsera y, sin darse cuenta, le pasó el coche por encima. El resultado fue este:

La misma pulsera después del accidente

Le dije que me la trajera y veríamos que se podía hacer, pero a decir verdad, no tenía mucha fe en la posible recuperación. Cuando me la trajo, comencé a estirarla con cuidado y me llevé una gran sorpresa: resulta que el hecho de estar tejida y no llevar soldaduras, le da una gran flexibilidad de manera simplemente estirando el tejido y recolocando un poco los ejes, volvió casi a su estado original.

Algunas imágenes de la pulsera recuperada

En realidad, la pulsera quedó algo más débil; algunos hilos se rompieron al estirar el tejido y otros quedaron algo marcados, pero a pesar de todo, el resultado fue mejor de lo que esperaba.

Y colorín colorado... este cuento se ha acabado (Felizmente)

2 comentarios:

  1. Mira que maravilla, eres un artista... y con recursos, quien hubiera imaginado que podría arreglarse. besote
    sandra

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  2. Me acuerdo, me acuerdo. Mi pobre pulsera.
    Menos mal que está el genio.¿ O ingenio? Bueno, ambos dos.

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